En esta situación de alarma, muchos, la mayoría, nos tenemos que quedar en casa, pero para ello, otros muchos están trabajando para abastecernos, cuidarnos y que no nos falte nada. Y entre esos muchos que están al pie del cañón, tenemos a muchos usuarios y usuarias de Máis que Auga. Hoy os vamos a presentar a cuatro de nuestras heroínas. Ellas son Miriela Cristina Hechevarria (médica), Mercedes Rodríguez (farmacéutica), Chus Sánchez (enfermera) y Sara Asensio (trabajadora de super).
Miriela Cristina Hechevarria es pediatra en el centro de salud de la calle Cuba, pero en estos momentos todo cambia: “Estamos directamente en la contención, principalmente a través del teléfono, pero claro, atendiendo a los que se presentan en el centro. Además, estamos haciendo seguimiento de afectados, de forma telefónica, para evitar la saturación del Álvaro Cunqueiro”.
Para Miriela está siendo complicado compaginar esta situación con su vida personal. “Mi marido es asmático, mis padres son mayores ya, operados los dos del corazón, y llevar este virus para casa sería fatal para ellos. De hecho, me mantengo aislada. Estamos en una casa y tenemos la posibilidad de repartirnos por plantas; pero de resultar infectada, no me quedaría más remedio que abandonar mi hogar”.
Sin duda, para nuestra doctora lo mejor es la respuesta de la ciudadanía y reconoce que los aplausos de las ocho, son muy especiales para ella: “Me siento muy agradecida. A veces hablas con familias que están pasando por situaciones muy dramáticas y a pesar de sus problemas, siempre tienen un momento para preguntarte por ti, darte ánimos y desearte lo mejor. Yo trabajo en el centro de Vigo, y cuando llegan los aplausos desde los balcones, me llegan al alma”.
Una de las preocupaciones de la sociedad es la falta de recursos para la gente que está trabajando, especialmente los sanitarios. Justo cuando hablamos con ella, acababa de usar la última mascarilla que tenía en el centro, por lo que, evidentemente, es una necesidad imperiosa para poder realizar su trabajo. Eso sí, quiso agradecer el esfuerzo que están realizando tanto a nivel personal, como pequeñas empresas que les hacen llegar material hasta el centro de salud.
Y de una doctora a una enfermera. Chus Sánchez, usuaria de Coia, que lleva en Urgencias del Álvaro Cunqueiro desde su apertura, explica que trabajar con los equipos de protección es complicado: “La adaptación es dura, sobre todo los primeros días pues debemos adaptarnos a trabajar con los equipos de protección que suelen ser incómodos, nos dejan marcas, sobre todo las mascarillas, gafas y pantallas en la cara. Por no hablar de las consecuencias físicas de llevar durante 7 o 10 horas el EPI. También convivimos con el miedo a contagiarnos nosotros o nuestros familiares cuando volvemos a casa”.
En esta situación de emergencia, el personal hospitalario rota la atención a pacientes COVID con sus puestos habituales, y Chus destaca también el aspecto emocional de este virus, ya que los enfermos van sin acompañantes: “Los pacientes que ingresan como posibles Covid deben entrar solos, sin familiares que les puedan acompañar mientras esperan los resultados durante muchas horas. Lo que añade una carga emocional a la física”
Chus también destaca el cariño de la gente, “con los aplausos diarios a las ocho, y las donaciones de material sanitario o de alimentos, para hacer los turnos más llevaderos. En una situación como esta, te das cuenta de la generosidad y solidaridad de las personas”.
En los primeros días el material escaseaba, por lo que “algunos llegamos a comprarnos nuestro propio material de protección mucho antes, pues no se sabía cómo iba a evolucionar todo esto”. Ahora, las cosas han mejorado y se aprecia “una mejor organización con el establecimiento de la zona específica de Covid. Al principio del turno en esa zona se nos da todo el material necesario, incluyendo gafas y pantallas. Dentro de lo malo estamos protegidos que no exentos de contagio”. Y no quiso acabar, sin destacar “el gran esfuerzo y compañerismo del personal de urgencias hacen más llevaderos los turnos”.
Las farmacias y los supermercados son algunos de los establecimientos más visitados, sobre todo en los primeros días, en los que se apreció una cierta locura, ante una situación desconocida para todos. Así, nos lo explica Mercedes Rodríguez, farmacéutica en Navia desde hace ya casi 8 años: “Las semanas anteriores a la declaración del estado de alarma fue un poco caótico. La gente salió a la calle a comprar con miedo y tuvimos mucha saturación. Yo creo que fue un gran foco de contaminación tanto aquí como en supermercados, grandes superficies… Desde el estado de alarma, se relajó un poco. Desde el Colegio de Farmacéuticos nos indicaron unas normas (limitar el acceso, como trabajar con el público…), que fuimos implementando y que iban creciendo cada semana”.
Mercedes insistió en que la medida fundamental para protegernos de este virus es la limpieza: “las mascarillas y guantes dan una sensación de seguridad que no es real si no se cumple con las normas de higiene y limpieza necesarias”. La gente, en general, reacciona de forma positiva, cuando se le explican estas medidas y “parece que ahora valoran más nuestros consejos y nuestro trabajo”.
Mercedes tiene dos niños (uno de 10 y otro de 6 años), que se están portando de una forma increíble: “son otros héroes… No se han quejado en ningún momento y entienden que están mejor en casa. Echan de menos a sus amigos, pero en casa están bastante bien”. Nuestra socia, cuando llega a casa del trabajo se va directa a la ducha para intentar controlar riesgos, aunque sabe que “puedes estar contagiada y ser asintomática, pero tampoco puedes vivir con miedo”.
En la farmacia faltan algunos productos como “el alcohol, que es necesario para otras cosas, como para los recién nacidos, y no nos dan respuesta de cuando nos van a abastecer… Y con las mascarillas nos pasa lo mismo, aunque parece que en el caso de las mascarillas van a comenzar a llegar en breve”.
Sara Asensio trabaja en un super en la zona de Navia y reconoce que está siendo muy complicado. Por ello pide a la gente que compre con cabeza, que tenga paciencia y respeto: “Hay gente que no entiende que es una situación excepcional, que no decidimos nosotras y que hay que cumplir unas normas de seguridad por todos”. Frente a los que no colaboran están los otros, “los que nos traen bizcochos y café en termos para que se nos haga el trabajo más llevadero”.
Sara explicó que las jornadas de trabajo está resultado muy estresantes y agotadoras. “Tenemos el mismo horario de antes, aunque cerramos cara al público antes para desinfectar. Además, ahora comienzan a caer compañeros enfermos (por corona virus u otras cosas) y cada vez somos menos y eso se nota”. Nuestra socia insiste en que se haga la compra con cabeza “porque está funcionando todo prácticamente normal. Falta algún producto, como los desinfectantes, que nos llegan a cuenta gotas, pero recibimos material todos los días y no hay problemas de desabastecimiento”. Y también le pide a la gente que entienda que debe intentar salir lo menos posible a la calle, “hay personas que vienen todos los días o incluso varias veces al día y no se dan cuenta de que es malo para ellos y para el resto”.
Lo que más le preocupa a Sara es poder contagiar a la familia, “es lo peor. La preocupación de salir a la calle sin saber lo que te puedes traer para casa, pero tomamos todas las protecciones posibles, para reducir los riesgos al mínimo”.
¿Y qué es lo que más echas de menos? “La tranquilidad. El saber que voy a ir a trabajar sin levantarme con ansiedad… El no poder atender a la gente como antes, no ver niños en el supermercado, que siempre te ríes con sus ocurrencias… Ahora mismo sólo se ve tristeza, un ambiente deprimido. Se echan en falta gestos del día a día que todos hacíamos y que no valoras hasta que suceden cosas así”.