1 de noviembre de 2010: Así arrancó Máis que Auga

07/11/2021

El 1 de noviembre de 2010 era un día muy especial para un grupo de trabajadores (25 en total) que iniciaba un nuevo proyecto. Día festivo, sí, pero Máis que Auga Coia abría sus puertas al público después de año y medio de obras y meses de preparación para poder acoger a nuestros primeros socios.

 

Al ser festivo, comenzaba la actividad a las 09:00 y sólo era jornada matinal. Allí esperaban a los primeros visitantes, entre otros, Rosa Reijas, Javi Vázquez, Nerea Castro, Almu Pérez, Javi Alonso, Lupo, Borja Ropero…. De ese primer día recuerdan los nervios, la ilusión, las ganas de emprender un nuevo y ambicioso proyecto… Pero al hacerles recordar, vino a la memoria lo sucedido semanas antes, cuando se abrió el plazo de inscripción. Borja nos lo cuenta: “El primer día que abríamos la inscripción, cuando llegamos a la puerta de la instalación dos horas antes nos encontramos a una señora sentada en una silla de la playa, delante de la puerta, con una manta y leyendo el Hola. Nosotros le dijimos que no abríamos hasta dentro de dos horas, pero ella nos dijo: “Filliño, yo no me quiero quedar sin plaza. No me voy a ir”. Y allí se quedó para ser la primera. Después, cuando la gente comenzó a entrar, la cola iba en aumento y terminó por dar la vuelta a toda la Praza da Tellada, creando problemas de tráfico con las salidas y entradas a los garajes”.  A pesar de las medidas tomadas, cambiando el flujo, usando zigzag, la cola seguía siendo inmensa y no fue algo anecdótico.

 

Pasaban los días, hacía un calor increíble, y las esperas eran de tres, cuatro o cinco horas. “Hubo un día en concreto que me subí a la palmera, me presenté en alto para decirle a la gente que no era necesario hacer cola, que era una instalación muy grande, que había plazas suficientes y que no se iban a agotar. Sólo les faltó abuchearme, pero la gente no se lo creía y se quedaba”, nos cuenta Borja, que Pitoniso no es.  Y es que “me comí mis palabras. Unas semanas después, se cerró el cupo de socios y comenzó la lista de espera. Aún hoy en día, uno de nuestros primeros socios, que todavía continúa con nosotros, me lo recuerda: Anda que si te hacemos caso ese día”.

 

Y si esto fue la previa, llegamos al día de apertura. El primero en cruzar el torno fue José Manuel, que ese día pasó a las 09:07, “porque al ser día festivo abríais a las nueve, porque a mí me encanta ir a primera hora. Antes y ahora, sigo siendo de los primeros”. Y es que José Manuel sigue siendo miembro de la familia Máis que Auga once años después. Al principio iba a piscina, aunque por una lesión dejó de ir y ahora es asiduo en la sala fitness, donde conoce a los usuarios, porque “al final siempre somos los mismos a la misma hora y quieras que no vas haciendo amistad”.

 

Si José Manuel entró a las 09:07, Roberto lo hizo unos minutos más tarde y poco después lo hizo Pilar (09:29). Para nuestra socia la experiencia era una gran novedad, y reconoce que entró con algo de nervios: “Iba a la piscina y yo sabía nadar a mi manera, así que no tenía muy claro si me iba a desenvolver bien en la piscina. Por eso estaba muy ilusionada, pero también un poquito asustada”, nos cuenta. Pilar sí recuerda haber hecho cola para hacerse socia, “además nos hicimos casi toda la familia: mis hijas, mis nietos y yo”. Porque nuestra Pilar es una jovenzuela de 70 años, quien afirma que el deporte le hace mucho bien y por ello no deja de asistir a la que también es su casa, Máis que Auga: “Ahora voy a hipopresivos y a zenyo, además de ir a piscina los fines de semanas a nadar por libre”, cuenta Pilar que habla con mucho cariño de sus profesores en las diferentes clases: Flavia, Eva, Diego…. Pilar reconoce que lo pasó muy mal durante la pandemia ya que para mí “hacer deporte es fundamental y yo no soy de las personas que es capaz de hacerlo en casa”.

 

Y si nerviosos estaban nuestros usuarios, que decir de la plantilla. Acudimos a ellos, para que tirasen de disco duro y recordar esos momentos. Almu Pérez, técnica de piscina, echó la vista atrás hacia ese día 1 de noviembre de 2010 y la  ilusión con la que se puso aquella camiseta roja y el pantalón negro. Ella estaba en la piscina pequeña y se ríe al recordar que “había un socorrista por cada escalera de las piscinas, o más, jajaja”. Los trabajadores/as estaban emocionados y nerviosos “por arrancar algo tan nuevo y tratando de hacer todo lo posible para estar a la altura”. Almu también aseguró que “no me olvido de cada uno de los compañeros con los que inicié esta aventura, desde la directora hasta el técnico de mantenimiento, pasando por todos y cada uno de los socorristas y técnicos, personal de atención al cliente…”.

 

Javi Vázquez era el benjamín de la plantilla con 22 años, aunque él no estaba el día 1 de noviembre, pero de esos inicios tiene el recuerdo de que “había mucha gente que nunca había pisado un gimnasio y claro, se tenían que ir adaptando a la rutina y esa pequeña locura de gestionar a tanta gente, ya que cada día se incorporaba gente nueva. Te parecía que no llegabas a todo y a lo mejor, cuando peor estabas, de repente, ¡se te acercaba una persona para felicitarte por la clase! Javi recordó a todos los compañeros y compañeras, algunos que ya no están: “De todos los que tuve siempre aprendí algo y quiero destacar el buen ambiente de trabajo que tenemos desde hace 11 años y los grandes profesionales que estuvieron y están”.

 

Nerea Castro, que en ese momento tenía 24 años, nos cuenta que “estábamos todos muy emocionados, nerviosos y super ilusionados, porque se empezaba un proyecto innovador en Vigo, ya que no había instalaciones con estas características (sala fitness, piscina y spa en el mismo edificio) y eso hacía que fuese aún más especial”. Nerea vivió la fase previa: “Había muchísima gente en la calle haciendo cola para entrar a informarse, que le enseñasemos la instalación e inscribirse, la cola rodeaba toda la Praza da Tellada! La verdad fue sorprendente y muy positivo”. Y que es lo mejor: “Desde ese día tanto abonados como compañeros hicimos una piña, se creó como una pequeña familia, y después de tantos años juntos, seguimos! Así que, por muchos años más!”.

 

Javi Alonso, que venía de la piscina del Carmen, reconoce que “era un desafío para mí, porque era una instalación nueva en Vigo y una gran responsabilidad para todos nosotros”. Y también apreció la ilusión en los usuarios: “Recuerdo que la gente estaba super ilusionada con la nueva instalación, porque en Vigo no había nada ni parecido: En la misma instalación, gimnasio, piscina, spa, actividades para todas las edades… Además, teníamos una forma diferente de trabajar. Por ejemplo, en las clases de piscina nos metíamos con los niños en el agua, para hacer las clases más cercanas y a los padres eso les gustó desde el principio”.

 

Y en recepción, recibía Rosa con su sonrisa por bandera, que vivió esas enormes colas: “Los primeros días fueron agotadores, mucha gente y colas enormes para inscribirse, pues muchos pensaban q las plazas se iban agotar pronto y hubo avalancha”. La gente, tanto abonados como cursillistas, estaba muy contentos con las instalaciones y los servicios, sólo tenían una queja: Las largas colas. Después, poco a poco, el ritmo bajó, y Máis que Auga pasó a formar parte del barrio de Coia y de la ciudad de Vigo.